
Se equivocó la paloma…se equivocaba…
Por ir al norte, fue al sur
Creyó que el trigo era agua,
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo
Que la noche, la mañana,
Se equivocaba,
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío
Que la calor, la nevada,
Se equivocaba,
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa
Que tu corazón, su casa,
Se equivocaba,
Se equivocaba.
Ella se durmió en la orilla,
Tú en la cumbre de una rama.
El poema antes plasmado es del poeta compositor Rafael Alberti, musicalizado por el argentino Carlos Guastavino. Data de 1941 y es parte del compendio de poemas del exilio de un español por darse cuenta que la Dictadura era inminente en su país de paella y aceitunas. Rápidamente Alberti hizo sus maletas buscando el sur, pasando por la capital francesa donde hizo amistad con Neruda y entre sus pláticas de sangre y huidas decidieron escribir, escribir mucho. A veces, para no generar locuras internas, la pluma necesita desarrollarse para que en un futuro cuente historias.
Creyó que el mar era el cielo, que la noche la mañana, como los calabozos de torturas de manos que rezan rosarios y a su vez, amordazan sueños.
Ella se durmió en la orilla, tú en la cumbre de una rama…
La canción poema fue parte del ballet Suite Argentina con el que el compositor huido se estrenaba en la capital del dulce de leche y para 1969, todavía en manos del franquismo al otro lado del atlántico, Juan Manuel Serrat la estrenaba en su disco La Paloma. Estoy segura que Franco tembló al escucharla. Pero perseguir a Serrat hubiese sido un error fatídico porque el cantante ya brillaba al mundo y los ojos de todos estaban agudos visualizando su éxito. Dos historias, muchas historias…todas tratando de salvar la vida y hacerla un poco más placentera entre realidades.
Con esta canción tan poética y sublime doy marco a un recuerdo que esta semana tuve. En una charla con amistades platicamos sobre salvar la vida a otro. Y no es en sentido literal, porque muchas veces salvamos con una llamada a tiempo, con una plática positiva, con un apretón de manos, con un abrazo. Qué maravillosa la idea de salvarnos entre todos de momentos en que advertimos espacios negros.
Recordaba que en mi caminar de vida solo pienso en la salvación que una vez tuve con un animal. Una paloma. Esa paloma un día caminaba despreocupada por las calles de la ciudad y en un descuido algún vehículo pasaba arriba de su ala izquierda. Imagino que decidió acostarse en el pavimento a esperar el golpe final de su vida, pero no contaba con que una mujer inquieta y observadora estaría casi frente a ella desde su coche. Así pasó. Manejaba tranquila cuando observé a la paloma tirada en la calle. Decidí frenar y estacionar mi auto cerca. Fue en una avenida de cuatro carriles con los autos tan rápidos que parecería que fueran a llegar tarde a recibir su herencia. Hasta que me armé de valor y crucé segura de mi hazaña y extendí mi brazo para que los autos reaccionaran en parar. Rápidamente levanté a la paloma herida y puedo jurar que su mirada me vio directamente agradeciendo mi exposición ante el público desesperado.
La puse en el asiento de lado para llevarla al médico de animales. Con la paciencia que ellos tienen la limpió, la alistó y dio sus instrucciones. Llevarla a un lugar seguro, con ventilación adecuada, alimentarla y lavar su ala izquierda hasta que mostrara movimiento. Compré la jaula adecuada y en el cuarto de lavado de mi casa la paloma vivió varios días, tal vez semanas. Diario mostraba mejoría y el lavado de su ala era tan delicado como zurcir el botón de alguna camisa. La alimenté bien, creo que bajo mi dominio ganó peso y su mirada ya era alegre, luminosa. Hasta que llegó el día en que estaba lista.
La tristeza me invadía de saber que esta compañera tenía que partir, contenerla me habría hecho imitar un poco al dictador que había producido exilios en gente que quería ser libre. Así que la llevé al patio y abrí la puerta de la jaula. Para mi sorpresa, la paloma no voló. Se quedaba quieta. Traté de empujarla pero fue inútil. Ella ya estaba bajo la creencia de los centímetros de fierro plateado y no se movía. Ese se había convertido en su espacio de seguridad. Después de varios intentos por fin voló. Pero regresaba y se posaba en mi hombro. El último intento fue poner comida lejos de mí para que bien satisfecha pudiera poner su mirada en el horizonte e irse. Y así fue. Ella voló lejos.
Nunca tuvo nombre, no quería tener algún lazo fuerte porque sabía que no estaría para siempre a mi lado, pero aún sabiendo que abandonaría mi casa, los cuidados eran exquisitos.
Esa paloma se equivocó, pero en su error supo que hay manos que arriesgan a cuatro carriles para salvarla. La imagino segura, volando firme con otras palomas y porqué no, imagino que sea ella misma la que todas las mañanas me despierta con su canto. Había formado un ser que tiene fe en la humanidad, uno que sabe que cuando un dictador mata, en otras partes del mundo encuentra sosiego en sus poemas pensados en Francia y bailados en teatros mundiales. Uno que logra grabar el disco a pesar de la vestimenta militar que se confiesa de diario ante cómplices que llevan crucifijos.
La paloma se equivocaba, en vez del norte fue al sur, se equivocaba…
Siempre hay alguien que te espera…
Que bárbara Mayela my hiciste llorar…
Hermoso poema y hermosa forma narrativa.
Felicidades!!!👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼
Abrazote
Voy a buscar la canción…