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La tesela de Antonio Gala…

Hoy la certeza es corta pero profunda. Hoy es de reflexión.

Desde temprano las redes tan sociales anunciaron la muerte de Antonio Gala. Escritor, poeta, dramaturgo y hombre de letras, de vocales y consonantes, de líneas y signos de puntuación.

Tanta obra, tanta, tantas hojas entre manos y la Pasión Turca que a muchos nos hizo mantener los ojos en vilo para saber en qué terminaba una terrible unión de amor entre dos que eran distintos, entre dos que eliminaron límites establecidos para formar uno solo. Y la culminación, terrible término entre dos que no debieron de unirse.

Antonio Gala nos regaló mucho y hoy en su fecha de término de esta vida terrenal lo recuerdo con mucha atención.

Hace unos instantes observé un fragmento de entrevista que me hizo escribir hoy de él…así sin más, una corta y profunda para que tú, mi lector, la reflexiones.

-¿Y usted, dónde encuentra la felicidad?-

-Yo hace tiempo que no la busco, me pasa con el amor, supongo que si el amor tiene que volver otra vez a mi vida tocará a mi puerta, no se puede andar por las esquinas buscando el amor, eso no conduce a nada, no conduce más que al insomnio y la resaca. Y la felicidad igual, vendrá si tiene que venir y sino que la zurzan porque tampoco es imprescindible, para mí ya es imprescindible otra cosa, que es la serenidad.

Y poco a poco yo que creí que la serenidad era una cosa de serenos, de esos que antes andaban por las calles pregonando la hora y abriendo las puertas, ahora comprendo que la serenidad es sentirse como una pequeño tesela de un gran mosaico, prescindible, mínima, confusa pero en su sitio.-

La serenidad, esa que faltaba en la relación turca y que nos lleva a pensar que más que corazones agitados necesitamos corazones más en paz. La quietud de las mañanas, la tranquilidad del mes al final, la sonora música de fondo y la ejecución diaria de actividades silenciosas que nos llenan nuestros pulmones de paz. La serenidad, esa que se trata de alcanzar por lo menos en la lectura del poema escrito de la mano de un sereno.

Bajo los fuegos de fugaces colores

Bajo los fuegos de fugaces colores
que iluminan el aire de la noche,
dame tu mano.
Mira abrirse las palmeras doradas, rojas, verdes;
caen los frutos azules de la altura;
rasgan el negro terciopelo
las estelas de plata…
En tus ojos yo veo el frío ardor,
artificial y efímero
de los castillos que veloces surgen
y veloces se extinguen.
Dame tu mano: es todo cuanto tengo
en medio de esta falsa
riqueza, de esta dádiva
que fugazmente se otorga y se consume.
Así es todo: organizado y yerto
brota el amor, crece, se desparrama, se hunde,
vuelve la oscuridad
en la que, previsto y bien envuelto, yacía.
Nada, nada…
Dame tu mano. Entre los irisados estampidos
alegres sólo para los alegres,
se esfuma el corazón, igual que una girándula
demasiado mojada para arder o dar luz.
En este tornasolado e intrincado bosque
dame tu mano para que no me pierda.

Antonio Gala

Siempre hay alguien que te espera…

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