La pluma que vuela en la almohada pintada en Gaza…
El arte nos regala la posibilidad de cuestionar sucesos, incidentes, épocas. Para un artista el privilegio es que el espectador pueda reflexionar y hacer que su mente accione a través de la sensibilidad plasmada en todas sus manifestaciones.
Existen artistas de flores que nos regalan la posibilidad de imaginar jardines de edenes o bien, el dibujo de un comedor que contiene piezas de herencia en los cuales podríamos reflexionar sobre nuestros ancestros y objetos entregados.
Otros artistas gritan, mueven los brazos, desplazan palabras y crean lugares que llevan a la posibilidad máxima de vivir en situaciones poco entendibles.
Banksy, el artista británico grafitero y anónimo hace varios años inauguró un lugar para que el espectador de banquetas pudiera dormir con aire acondicionado en una de las cárceles más terribles del mundo: La franja de Gaza.
Así, con toda la intención y usando la palabra adrede con mayúsculas el artista que siempre hace protesta en política y sociedad diseñó “The Walled Off Hotel”.
Esta edificación de nueve habitaciones y tres pisos está vestida por la historia que es desconocida por muchos y que para el artista es importante conocer. En vez de una televisión grande, el hotel contiene una biblioteca con un sinfín de documentos y libros que explican la verdadera historia de la Franja más cruel y sangrienta. Un letrero enorme que cuenta que en 1917 Inglaterra decidió, junto a otros que la región colonizada por ellos mismos en su pasado delineara una línea con gis blanco y polvo desprendido aunque sus habitantes no lo quisieran.
Los árboles fueron divididos.
La tierra fue dividida.
Las piedras fueron divididas.
El aire fue dividido.
El oxígeno fue dividido.
El agua fue dividida.
Las grietas fueron divididas.
El frescor del verde fue dividido.
El amor fue dividido.
El odio fue dividido.
Banksy nos regala la simple óptica de conocer antes de opinar. Si no te sientas en la silla inglesa tallada de madera casi perfecta en la biblioteca del famoso Hotel, mejor no opines.
La edificación cuenta con vistas al muro a menos de 25 metros. El sol sólo puede entrar por las ventanas en un espacio de dos horas diarias. Ese muro construido por les roba la posibilidad de esos rayos amarillos a los más exigentes huéspedes pero sobretodo, a los habitantes de Palestina.
Así, cada habitación contiene arte explícito, lujos en el lado de Israel y precariedades en el lado Palestino. Bansky se atreve a enseñar verdades que llevan años y años detrás de nosotros y que son tan complejas como elaborar un pastel de nueve pisos que pertenece a la boda de dos personas de diferentes cultos, creencias, historias. Si dos diferentes pueden degustar una rebanada en paz, ¿Por qué no hacerlo con todos?
Historias. Rencores. Ruido.
Golpes y abusos de las dos partes que se pelean el mango del cuchillo que cortará la rebanada. Y otros invitados que ni siquiera gustan del pastel pero quieren un pedazo para llevar. Porque el pedazo puedo tirarlo llegando a casa, pero tuve la fortuna de tener aunque migajas para saber que estuve ahí.
Migajas y dinero. Dinero y armas. Terroristas de betún de vainilla de siete minutos que necesita subir las claras a punto de nieve para que duren brillosas sobre superficie amasada.
Ese es Banksy. Un atrevido que plasma realidades e invita a la investigación para que no se hable mientras no se sabe.
Finalmente los dos bandos contienen buenos ciudadanos. Buenos hasta el punto que quieren compartir el pastel cantando pero que los agrios ensangrentados impiden estos escenarios. Un simple té se convierte en una irrupción de muro, cables, helicópteros y víctimas. Y para una guerra, se necesitan dos (o más).
Hoy dedico el Blog a los israelís y palestinos buenos. A los que están hartos de ser letrero de periódico y que entienden que existen intereses superiores e históricos que nada tuvieron que ver con ellos. Lo dedico a nosotros, que estamos también hartos de ver estas guerras que sólo traen muerte, tristeza y problemáticas económicas cuando el mundo ya no sabe cómo pararse erguido.
Lo dedico a la gente que se come el pastel en paz aunque sea en un Hotel en la Franja de Gaza.
Siempre hay alguien que te espera…