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La letra M de Marzo…

Marzo se antoja de cambio de estación, de quitar la lana y dar bienvenida al algodón. Pero Marzo es por más, un mes profundo de cambio, de espera, de grito y calma, de danzón aguerrido y musical.

Desde hace muchos años, muchos atrás, las historias que giran en torno a las mujeres se hacen presentes para comparar, anhelar, divisar, señalar y llevar a un estrado de madera bien limpia y encerada. La conmemoración de las mujeres que antes nos dieron voz, que arriesgaron sus vidas por lo de delante, que gritaron para que hoy ese grito se convierta en susurro fino.

Por mi parte he de confesar que todos los días honro a mujeres cercanas que admiro. Para mí, un mes no es suficiente y también lo hago por los hombres que han ayudado a que mujeres puedan caminar en paz, con firmeza y calma. Somos una ecuación perfecta, todos los géneros, y en la medida que lo aprendamos viviremos más ancho y vasto.

Pero las conmemoraciones sirven para recordarnos con subrayado que antes hubo pisadas prisas, tropiezos varios, palabras pronunciadas con espacios mudos.

La M de Marzo me recuerda a Madre, Mentora, Matrona, Margarita, Maternal.

La M de Marzo me recuerda también a Matrioshka, Miniatura, Magnificencia, Muda y Melocotón.

La M de Marzo me sigue recordando a María, Mención, Melodía, Manga, Muñeca, Melodrama.

Y con toda esta M de recuerdo, mi memoria en este mes viaja automáticamente a la Mujer que nos cubrió de ejemplo en nuestro México.

Sor Juana. Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana. Nacida en 1648 (o así lo dicen las actas no patentadas todavía), pero digamos que entre esos años rondaba su cuna. Adelantada a su época, con autoestima tan puesto como un café recién colado en una mañana de domingo.

 Así nacía una mujer en la cual el final de Renacimiento y principio de Barroco descansa en sus hombros. Una sola persona cargando estas dos palabras tan fuertes, una que clama la belleza del ser humano como centro y renaciendo de una oscuridad perversa. Otra que determina la luz y sombra, la inestabilidad del mármol, la belleza de lo entramado. En Europa muchos, en América sólo Una.

Y así Sor Juana tomó su silla y dejaba mudos a expertos e ingenuos y sabía, claro que lo sabía, que sus manos – mente – alma serían recordados.

A Sor Juana la han estudiado muchos, la han interpretado otros y sus cartas son hoy testimonio de las primeras letras feministas. Pero a Sor Juana, la M de Marzo le queda corta.

Ella alarga la M tan finamente que se convierte en esa letra que cubre a otras desde arriba.

Niña, mujer, estudiosa, creativa y que sus manos transformaron ingredientes culinarios en tesoros hoy nacionales y a su vez, obsequiaba al mundo los más exquisitos poemas.

Y regalar un poema, mi querido lector, es el regalo más valioso. Un poema es la entraña que pretende endulzar los pasos vividos, es una imaginación envuelta en cadencia de ritmo, en música de fondo. Pero lo más importante es que el mismo poema te regala la oportunidad de estar a en soledad interpretando tu vida a través de las palabras. Sabio aquél que lee poesía en momentos turbios, sabio aquél que acostumbra a sus ojos a bailar al ritmo de las rimas.

Hoy, con M de Marzo quisiera regalarte un poema de esta niña tan terca y perseverante que tuvo la fortuna de cubrir una nación. Un respeto callado, solemne para una que con su M nos dejó un legado que al final de sus vidas, fue traicionado.

Y los siglos nos enseñaron que las traiciones muchas veces son por observar que otros tienen talentos absortos, y también enseñaron que el brillar en una oscuridad plural incomoda las tradiciones y finalmente, que ser sobresaliente conlleva valor y corazón.

“Quéjase de la suerte”

¿En perseguirme, mundo, qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi entendimiento

que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida

es despojo civil de las edades

ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor en mis verdades

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

Siempre hay alguien que te espera…

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