La Coca Cola no se mira de frente…
El agua es una sustancia que engloba dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Puede manifestarse en estado líquido, sólido y gaseoso. Hielo, vapor y su forma más común, abundante cristalina que es derecho de todos los habitantes del mundo.
En 2014 visité Chiapas. En mi lista se resistía este estado tan mexicano, tan natural, tan lleno de verde. Entre muchas cosas interesantes se encuentran cañones, ríos, lagunas, cascadas y una capital como lo es San Cristóbal de las Casas, lleno de historia y eventos que engloban agresión y mezcal. Ya he escrito sobre el EZLN y su maravillosa hazaña de cumplimiento del pliego petitorio que dejó escrito Marcos, el de la rebelión de 90’s, hoy habitante en París.
Sin embargo algo que llamaba mi atención era San Juan Chamula, el famoso Templo de la Coca Cola, así llamado primitivamente. Con guía cubriendo espaldas decidimos mis acompañantes y yo volcarnos en esta simple visita en la cual sentí el hormigueo de músculos tensos y que forjó la promesa no poner pié de nuevo en lo que restaba de mi vida, si es que los Chamulas permitían que siguiéramos viviendo. Mi calzado no podría volver a pisar comunidades mágicas y absurdas, de costumbres y usos contradictorios y de cuidado.
San Juan Chamula se encuentra a diez kilómetros de la capital, su nombre significa “lugar de agua espesa, como de adobe”. Por generaciones han sido independientes de las leyes de república y su cultura se centra en una distorsionada visión Maya.
Los Chamulas, vestidos a estilo Pedro Picapiedra, caminan derechos, con mirada punzante, con brazos preparados para ser usados con fuerza. Su “falda” de lana negra y su vestimenta de colores pudiera ser digna de exposición de semana de la moda, si es que fuera este su caso.
Las creencias de los pueblos tan arraigados pero que asoman sus ojos a la realidad moderna ahí permanecen. En este caso, idiotizados por no beber el líquido de hidrógeno y oxígeno, sino el espeso, el azucarado, la coca cola. Este municipio es de los que ocupan el lugar más arriba de consumidores y más aún, lo usan en sus usos diarios de rituales.
Templo de la Coca Cola. Instrucciones de uso:
Prohibido tomar fotografías, ellos piensan que el alma se roba con este acto. Y cuando digo prohibido, es así de tajante. Ellos matan a golpes a quien se atreva.
Prohibido hacer contacto visual, ellos sienten amenaza, no los miren a ojos directos.
Prohibido pasear en la plaza tocando hierbas, flores, camina recta, a lo que vas, a lo que tus ojos buscan.
Prohibido, prohibido, prohibido.
Mi entrada por este templo fue armada de seguridad y, querido lector, la sorpresa de lo que mis sentidos tuvieron superó cualquier expectativa. Piso cubierto con hojas de pino, veladoras en exceso, rituales con animales sin vida, cánticos de voces de siete lenguas, sopor, encerramiento, burbuja, cuerpos imitando ataques epilépticos y mucha, mucha coca cola. Con este líquido los Chamulas escupen curación en tu cara, si es que decidiste ponerte en manos de ellos para aliviar tu corazón. A medida que avanzaba, me sentía en una novela del Medievo, una película de terror. No aguanté, salí antes de tiempo y en mi espera a mis acompañantes ahí estaba yo, con un Chamula de lado. El mismo comenzó la conversación y yo respondía tajante pero amable, sin mirarlo directo, sin querer caer en lo que podría ser alguna provocación. El guía advirtió el acto e inmediatamente se interpuso entre los dos. El Chamula sabía lo que veía, miedo, tal vez una mujer aleccionada y trataba de dar con su voz la tranquilidad ¿Me hubiera gustado abrazarlo? Pudiera ser, que con mi abrazo entendiera que las comunidades avanzan, que los descubrimientos hacen la vida más fácil, que los humanos seguimos con mucha alma a pesar de tantas selfies y que las civilizaciones se rigen con leyes en común, no aisladas. Pero ellos nunca lo entenderán. Ellos hacen la justicia con su mano propia sin que nadie pueda detenerlos.
Quiero entenderlos, ¿Qué se le puede pedir a una comunidad que le quitaron el agua y la alimentaron con coca cola? ¿Qué clase de decisiones puedes tomar si la azúcar invade tu cuerpo y tus venas no tienen territorio neutral cristalino? ¿Cómo imaginar que aún sabiendo estos datos los de arriba y los individuales gusten de acrecentar negocios de líquidos negros? Porque la conveniencia de tener pobladores sometidos que creen más en un logotipo es más fuerte que la cordura, más vendible, más rabiosa. Y nos cuesta cara la desigualdad, muy cara. Y hasta que entendamos que las faldas negras de Pica Piedra junto con muchos pueblos “mágicos” de nuestro territorio forman parte del rompecabezas de adrede podremos reaccionar.
A ellos les quitaron el agua. A nosotros el alma en muchas fotografías de comidas familiares con líquidos negros.
A ellos no se les puede solicitar cuentas. A nosotros que nos cuide la buena intuición de no visitar los lugares de otra era.
El agua, palabra tan sencilla, poderosa y que en últimos días habita en nuestros sueños. Arma de control, pieza clave de población. Agua que forma abismos inmensos entre unos y entre otros. Agua. Simple agua.
Siempre hay alguien que te espera…
P.D Este escrito surge por la abominable noticia que mis ojos leyeron hace días. Un hombre que su intuición le jugó mal y estuvo en el lugar equivocado. Un pueblo estilo Chamula, pero de Puebla. Torturado y quemado vivo sin que nadie pudiera evitarlo. Que en paz descanse. Que su paz llegue hasta los corazones de su familia. Que nosotros sigamos asombrándonos e indignándonos. Porque un alma indiferente es mi temor más grande, un alma que esconde su ira de linchamiento con su lema de uso y costumbre…un alma que no merece estar libre.
Muy bueno!!!
Aunque Increíble que esto todavía pueda persistir…
Saludos