La ceguera de un libro amarillo…
Existe una artista conceptual llamada Sophie Calle que radica en Francia y viaja a lo largo y ancho del mundo. Ella, hija de un afamado médico parisino tuvo contacto desde pequeña con artistas que visitaban a su padre para tener un tratamiento a sus padecimientos. Y como lo que se ve a diario se desea, ella decidió tener la profesión de un artista rompiendo las normas. Ella trabaja con lo que se ve, con esas imágenes que surgen de la vista, con la vista de lo que se observa cuando alguien más lo ve. Los ojos, las imágenes, la obsesión de uno de los cinco sentidos. Y las palabras que se crean sobre las películas reales de escenas cotidianas.
Una exposición de ella consistía en interpretar, según el punto de vista particular, una carta recibida. Sophie obtuvo más de 138 interpretaciones diferentes. Cuídese Mucho fue el resumen contundente de que cada quien según su propia historia, observa lo que observa. Para unos es verde, para otros es azul, para otros es prusia, para otros es esmeralda.
En su objeto de estudio de sentido de vista, Calle realizó un estudio profundo sobre dos grupos de gente que habían perdido este sentido. El primero, ciegos de nacimiento. El segundo, ciegos por consecuencia de accidente o enfermedad (y que habían visto en el pasado).
Se trasladó a Turquía para realizar las entrevistas y poder así realizar un libro maravilloso que recuerda lo afortunados que somos los que podemos ver. Y lo afortunados que son los que sin vista pueden poner imágenes en su corazón.
Del grupo de ciegos de nacimiento, se les preguntó sobre lo que sería la imagen de la belleza. Las respuestas fueron casi poéticas.
-La cosa más hermosa que he visto es el mar porque te pierdes en su infinito.-
-El agua me invita a ver el azul y con esto declaro que debí ser marinero.-
-Los jardines de Versalles ordenados, perfectos, verdes.-
-El verde de los jardines, hojas, naturaleza. Quisiera un vestido verde.-
-Las estrellas brillantes. Luces en el cielo que nos cuidan.-
-Los peces en un acuario. Sus movimientos abruptos y ruidos serenos.-
-La piel de los animales. Pelos lisos con texturas finas.-
-Pintar con las manos. Sentir texturas húmedas que terminarán en un lienzo.-
-Reflejos de montañas en el mar. La doble figuración, el doble de belleza.-
-Los acantilados. Majestuosos y blancos.-
El segundo grupo, el de los que perdieron su vista, se les preguntó qué fue lo último que vieron.
-Una calle con cemento mojada donde había pisadas ajenas.-
-El reloj en la estación de tren que marca el tiempo con números romanos.-
-El rostro de mi esposo con sus 39 años. Hoy tiene 60.-
-La bata blanca del doctor que me operó. –
-Un tranvía rojo con llantas chuecas y sonido estridente.-
-El sillón de mi abuela, de lana y color café.-
Sophie Calle dedicó un tiempo considerado para entregar la hipótesis que ella buscaba. Lo más hermoso y deseado a la vista es natural, gratuito y con un mundo convulso se olvida de apreciar.
El verde, el azul, la montaña y la brisa siempre están ahí, como enmarcando un lienzo que llamamos vida.
La antesala de un accidente sin embargo nos recuerda que son imágenes cotidianas de un mundo moderno que nos dan la luz roja de que algo ocurrirá. ¿Quién pondría atención a un tranvía si no es porque el tranvía viene directo a ti?
El libro de Calle es amarillo. Un amarillo estridente con las fotos más exquisitas y las letras en negro y braille.
Para obtenerlo yo tuve que caminar en calles nevadas con un frío insoportable y una lluvia dramática. No sabía que lo obtendría.
En el recinto artístico lo divisé como los ciegos divisan el azul y una vez de tenerlo conmigo, no pude soltarlo. Con el amarillo me acuerdo de lo privilegiada que soy de poder ver y de combinar mis sentidos para formar parte de un mundo, mi mundo.
Que el amarillo sea signo de relevancia a las cosas que cotidianamente se nos regalan para apreciar lo que está en la naturaleza de forma gratuita.
Y tú…¿qué ves cuando ves?
Siempre hay alguien que te espera…