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La araña que es madre se contiene en una maleta azul…

Existe una ciudad que tuvo un efecto positivo al centrar su de – construcción misma en el Arte. Bilbao, con su gigantesco mole de acero y caminatas en tropiezos de arquitectura. En dicha ciudad compré, hace varios años, una maleta azul. Con mis compras compulsivas de los días previos mi maleta naranja que llevaba a cuestas desde casa no podía cerrar. Hice el ejercicio de sentarme sobre ella y por fin, en un milagroso segundo, logré que el mecanismo plateado embonara. Pero yo sabía que cuando algo aprieta o se cierra a fuerzas termina por estallar en el momento menos adecuado. Así que el hombre de la recepción del señorial hotel me indicó la calle y tienda para poder buscar un perfecto rectángulo de contener.

-Si ahí no encuentra, más delante, en El Corte Inglés, podrá buscarla.-

Así que me dirigí a la tienda El Turista, pensé que era un nombre muy original para una tienda de valijas (sarcasmo) y ahí estaba una azul cobalto subido, perfecta, lisa y dura, de un tamaño adecuado para que en futuros viajes cortos pudiera acompañarme sin necesidad de llenar los 25 kilos permitidos.

89 Euros. Eso costó mi maleta. Con ella en mano y guardando el azul en mi habitación me dispuse a caminar la corteza de orilla del río para que de repente se asomara ante mí el Museo Guggenheim. Pero este blog no es sobre el Museo, es sobre la escultura que enmarca el lateral de la entrada del mismo. Una araña gigante color bronce, con patas de delgadas y de equilibrista que contienen jaulas pequeñas de maternidad, cabeza redonda con ojos saltones y un sinfín de brillos que se posan sobre cada una de las superficies. Altiva y elegante, por momentos temerosa, Madre de Louise Bourgeoise enfrenta rudamente con el espectador.

Esta escultura siempre me ha gustado, me gusta mucho. Cuando he tenido la oportunidad de visitarla me gusta jugar a ponerme en sus medios como especie de tener un paraguas encima y observar mis emociones. Siempre deduzco lo mismo, protección, diversión, techo, ángulos distintos. Y es que así es mi madre.

Conociendo un poco de la vida de la artista es de fácil deducción el porqué, en su última etapa de vida, dedicó sus manos a fundir arañas. La mujer araña fué su último apodo y era de esperarse.

Francesa y nacionalizada estadounidense, Louise tuvo una infancia llena de odio y miedo a la figura paterna. Su padre, un comerciante prestigioso en París era conocido por sus constantes infidelidades y su madre, sabiendo esto, se llenaba de templanza e inocencia para ignorar las escenas que le incomodaban. Louise declaró en muchas entrevistas que la actitud de su madre era abrumadora para ella y el desprecio que sentía por el progenitor, más profundo.

Con estos dos embates de vida ella logró forjar camino primeramente en las matemáticas y física. Ella declaró que para sentir paz emocional necesitaba aprender de leyes que no pudieran ser cambiadas. Lo estático significaba quietud.

Finalizó sus estudios y después decidió que sus manos requerían de brochas, óleos y aceites. Pintura…mucha pintura. Con la pintura destrozaba lo completo y completaba lo antes destrozado, con marcas, martillos, agujeros. Su más cercano maestro le indicó que esa fuerza era digna de tocar el bronce. Ahí decidió ser escultora.

Su vida fue mutando de ciudades con un matrimonio estable que al parecer era el resultado de haber manejado bien su emoción negativa a la figura masculina. Con él, la música histérica se volvió melodiosa.

Un atlántico separó a Louise de su Francia y su casa ya se edificaba en la de Sinatra. Así, poco a poco a resaltar, a exponer, a tocar puertas en galerías, a formar parte de la crema y nata artística y en un tiempo justo, su nombre comenzó a sonar.

Las arañas fueron sus últimas piezas y con ellas representó al elemento que más había impactado en su vida. Su Madre. La Madre, la callada ante infidelidad, la que cocinaba para calmar sus nervios. Louise dijo alguna vez:

-La Araña es una oda a mi madre. Ella era mi mejor amiga. Como una araña, mi madre era tejedora. Mi familia estaba en el negocio de restauración de tapices, y mi madre estaba a cargo del taller. Igual que las arañas, mi madre era muy astuta. Las arañas son presencias agradables que comen mosquitos. Sabemos que los mosquitos esparcen enfermedades y por lo tanto, no son bienvenidos. Entonces, las arañas son proactivas y de mucha ayuda, justo como lo era mi madre.-

Las arañas y las madres, seres de patas largas que protegen y son lentas en veces, abrumadoras en otras. De buena suerte al encontrar y testigos a lo lejos para decirte a ti, el hijo o hija, que estás a salvo. Son libres y a la vez, toman tan fuerte en manos que se pueden colocar como jaulas en las extremidades delgadas.

Las madres y la maleta azul, porque se necesita estar holgado de espacio para que quepan en los corazones y para saber que la dureza del material y lo blando de su interior cuestan mucho más que 89 Euros.

No las venden en las tiendas, no se encuentran en almacenes de nombre británico. Sólo se encuentran cuando la primer mirada de recién nacido hace contacto con los brazos fuertes que mecen.

89 Euros cuesta el acomodo de piezas que no cabían. 89 Euros significan la dicha de tener un lugar que más tarde se camina para encontrar…una araña.

Siempre hay alguien que te espera…

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