
Extranjeros en todas partes…
Hace varios días regresé de mi viaje más buscado por mi ser. Uno que amalgama Ferias de Arte y Bienales por las principales ciudades de Europa. A este peregrinaje se le debe el reconocer los temas sociales desde el ojo artístico que sin duda imperarán en los siguientes años. Es un viaje cansado en reflexión y disfrutable como caramelo perfecto en un día de Octubre.
Mi atención en las piezas y relatos de performance que conocí fue tan rica por la simple razón de comparar con la realidad misma. El arte es, sin duda, reflejo de realidades y a su vez, creador de realidades que serán nuestro reflejo. Complicado y simple, curvo y recto.
Durante mis pasos por las ferias, curadores, artistas y paredes blancas con limpias obras descubrí que hoy el Arte es más antropológico y social que nunca. Si bien el bodegón de frutas es importante en un pasado, hoy el arte que revela problemáticas es el que se estará luciendo como zapato en vitrina de lujo.
Y es que, ¿De qué forma más seductora se puede provocar a una audiencia de nicho para mostrarle la realidad que impera en una orbe de escasos recursos?
La Bienal de Venecia que se instala cada dos años eligió como tema central “Extranjeros en todos lados”. Y es que eso somos, extranjeros viajando y migrando por estaciones durante nuestros veranos, primaveras, otoños e inviernos. Pero existimos estos, los que cómodamente elegimos el itinerario y subimos al avión limpio y recién desinfectado. Estos que elegimos la mejor ubicación, si se puede, de hoteles con buenas reseñas. Los que comemos en restaurantes ya conocidos o que simplemente los deseamos por una reseña de revista. Los que sabemos que con 25 kilos llegaremos de regreso a ese hogar que nos espera con alegría, con alguna comida predilecta de infancia y muchas orejas para escuchar nuestros relatos.
Existimos estos que reímos al recordar la escena de una calle con mascotas corriendo, o el olor del pan recién horneado en la esquina azul, somos los que no batallamos tanto para hacernos entender en una marejada de gente en góndolas, taxis, trenes.
Que afortunados somos.
Los otros, así como título de película que le han bautizado, esos otros a los que Venecia se refiere al nombre, son distintos.
Un dictador, una mala relación, un charco inmenso de petróleo o de litio en su tierra natal y así, entre luces con estelas deciden que su vida ya no da más. Que sólo unos cuantos papeles en una mochila vieja y sucia servirán como documento de identidad en la balsa que habrán de abordar y así, llegar a la orilla. Ellos buscan un centímetro sólido, nosotros tomamos la ciudad entera por un pequeño tiempo.
Y así, extranjeros en todo el mundo viajan sin un ticket de retorno. Qué diferente es que en el cansancio extenuante de ciudades se tranquiliza la mente sabiendo que hay un regreso. Qué diferente es que los que saben que su regreso será, en algunos casos, una esquina distinta donde poner la tienda de campaña. Reflexiones profundas.
Hoy regreso de una Europa saturada de turismo, con algunos momentos calmos y otros en los que se agradece caminar por el túnel del conocimiento, el aprendizaje, la belleza. Y regreso pensando que en nuestro pasado alguien tomó ese lugar de los otros. Viajaron en un barco, nadaron de polizones, caminaron con un grupo de gente que quería establecerse en otro sitio. Y sembraron en tierras vacías, en rincones con frutas, comenzaron a dialogar con otras lenguas y aprendieron a establecerse. Ellos, como los otros, encontraron otras formas de adaptación y no sabían que ablandaban un camino para sus descendientes que hoy, en su mayoría, tienen un regreso seguro.
Esos otros somos nosotros en nuestros pasados y a ellos les debemos nuestra raíz. Ellos son migrantes ahora, nosotros los tuvimos en nuestro árbol.
Hoy regreso con 25 kilos documentados pensando en los que casi logran completar cuatro en su mochila. Tal vez estén forjando un camino para futuro, tal vez ya no queda espacio para sembrar en un planeta lleno de ornamentos. Pero la compasión y atención para ellos debe prevalecer para que en una Feria de Arte se comente sobre ellos. Tal vez, en las visitas de arte exista un grupo de gente que apunte a esta problemática para dar una solución. Tal vez quieran, después de observar, decidir que la inclusión de los otros en las ciudades es pieza clave para la paz y la tranquilidad.
Por los otros escribo hoy, porque vengo de ellos, y muy seguramente, tú también mi lector.
Extranjeros en todas partes, pero todos diferentes tratando de tener un bien común.
Todos somos migrantes.
Siempre hay alguien que te espera…
Amé….no he tenido la fortuna de viajar a Europa pero mi hijo sí, y esas experiencias le han cambiado la vida….