El tendido de cama debería de valer un millón de euros…
Uno de los premios más esperados por los lectores ávidos es el del Nobel de Literatura. Para este 2023 será anunciado el 5 de Octubre. Las apuestas siempre son elevadas, de nombres repetitivos que según el juicio de los que ponemos los ojos en las páginas diariamente tendrían que ser mencionados. Algunos apellidos ya son considerados casi de broma para poder cruzar los dedos de que en esta ocasión, según nuestro criterio, tuviesen la oportunidad de pararse ante un rey en Suecia y vestir de tuxedo o vestido largo. Pero es la historia de este galardón lo que es apasionante y si no la conocemos no podemos entender de dónde se ingenia una idea tan maravillosa.
Alfred Nobel fue un científico, escritor, químico y filántropo de su época. Creó la dinamita como un invento magnífico sin tomar en cuenta la mano humana de uso. Explosivos y explosiones que a los humanos no les servían de estadías de paz. Sin embargo esta sustancia creada también tenía su lado de luz, el lado que aportaba a la humanidad pequeños toques de metal para poder destruir y edificar lo que más se requería en esos momentos. Todo invento, en su mayoría de veces, tiene sus dos lados. Somos los humanos los que decidimos en una balanza con una mujer cegada con una pañoleta los que ajustamos ese vocablo tan complicado como es la Justicia.
Así que Nobel, con todas las ganancias que amasó de sus ideas, negocios y transacciones escribió un testamento en el que dejaría muy claro que su fortuna sería entregada anualmente a los ganadores en cinco áreas que hicieran “el mayor beneficio a la humanidad”. Y para saber quién hace beneficio a la humanidad se necesita de un comité que sea aún más bueno con la humanidad. No se podría mencionar que un asesino pudiera estar dentro del comité, por ejemplo. Así que ese comité tiene otro comité que junto con la Corona Sueca cada período de años significativo hace una limpia de comité que elegirá a los galardonados. En su testamento, Nobel dejó estipulado que las cinco áreas a premiar serían la Paz, la Física, la Química, la Medicina o Fisiología y la Literatura.
Centrémonos en la Literatura.
El primer jueves de Octubre del año que corre es la fecha estipulada para hacer el anuncio al mundo. Antes de esto los nombres corren a cascadas entre los expertos para apuntar como si fuera bola mágica quién sería el ganador. Muy pocas veces han acertado. El Nobel tiene todo un proceso tras bambalinas que culminan con la famosa llamada telefónica al teléfono de tierra del ganador. Esa llamada la hacen temprano por la mañana y si el ganador no se encontrara en casa seguro le avisarían sus fans que lo vieran en el supermercado comprando leche y pan para desayunar. Así, con un envuelto de cámaras en banquetas aleatorias nos enteraríamos de las primeras reacciones. En la gran mayoría de los casos, los galardonados piensan que es alguna broma de mal gusto hasta que es confirmada la situación.
¿Quiénes dictaminan que alguien es merecedor? Primero que nada, los ganadores del premio en año anteriores, el Comité de Nobel en lenguas, expertos externos elegidos por la Academia, el comité que “hace bien a la humanidad” y profesores de literatura bien elegidos. Todos lanzan los nombres que serán llevados a la primera ronda antes del primero de Febrero. El comité que hace bien a la humanidad reduce la lista en 20 nombres en Abril. En Mayo sólo serán cinco los apellidos claros de las letras y dicho comité tiene el compromiso de leer la toda la obra de los cinco, analizar, entender y luego votar el primer día hábil de Octubre. Así, el que tenga más de la mitad de los votos será el ganador.
El comité lo integran 6 hombres y 4 mujeres, ese que hace bien a la humanidad. De los premios entregados hasta hoy 113 han sido para hombres y 16 mujeres.
Más datos asombrosos son mencionados a continuación.
En 2018 el premio fue pospuesto por las acusaciones de acoso sexual de un miembro del comité que hace bien a la humanidad.
En 1958 Boris Posternak declinó su premio por las presiones de la Unión Soviética y en 1964 Jean Paul Sartre rechazó el galardón mencionando que sería como perder su condición de filósofo.
Muchos grandes no han sido premiados y es la injusticia que expertos observan donde los vacíos llevan a llamar a algunos el Nobel sin Premio. Jorge Luis Borges, César Vallejo, Carlos Fuentes, Franz Kafka, Rubén Darío, Julio Cortázar, León Tolstoi, Emile Zolá, Benito Pérez Galdós entre otros.
Bob Dylan en 2016 fue anunciado como ganador. La crítica a nivel mundial y la presión llevaron al cantante a no presentarse en la Ceremonia y aceptar el galardón en privado tres meses después y sin testigos. Sólo con el comité que hace bien a la humanidad estuvo presente.
Así, historias van y vienen alrededor de este premio tan esperado por los que nos consideramos lectores. Pero en mi opinión digo que no necesito de un Octubre para querer leer a alguien. En mis favoritos muchos no han llegado a hablar en pódium en Suecia y tampoco han recibido el millón de euros. Entre muchos que hacen que mis ratos de lectura aprenda, cambie de opinión, viaje, me enamore, sufra y me divierta no han tenido que rentar un tuxedo ni han tenido que ponerse zapatos de tacón.
Y si un Comité que hace bien a la humanidad es capaz de elegir a los que entregan con sus letras el mayor beneficio del mundo yo haría una pequeña propuesta al Comité. Sé que no seré escuchada, mi voz no es autorizada y tampoco mi nombre resuena a nivel mundial. Pero si soy una ciudadana que trata de actuar haciendo bien a la humanidad. Y leo, leo mucho. Contribuyo a una industria que cada vez más sufre la decadencia del mundo y que batalla para poder entregar obras maestras.
Hoy los lectores nos tambaleamos en una pared de obras escritas por fantasmas, motivadores y personas que en su vida habían escrito una sola línea. Hoy los lectores tenemos la gran responsabilidad de saber elegir títulos exquisitos de palabras ricas y odiseas grandes.
Hoy los lectores sabemos que existen manos y cerebro que pueden contar las historias investigadas o inventadas y que de historias existen las comunes, las de a pié, las de a diario.
Yo le entregaría el Nobel a quien poéticamente escribiera sobre cómo se tiende una cama. Al que tratara de encajar en qué área de la filosofía pudiese verterse el tendido diario, al que investigara cómo la tendían personas que han hecho bien a la humanidad. Porque de acciones de diario se necesitan para que este mundo absorto de noticias sea salvado. Si todos reflexionáramos sobre el tendido, el cómo se hace, la decisión de hacerlo, el placer del sentir de verlo, el olor de las sábanas tendidas, la música requerida, las texturas incitadas.
Esa persona para mí sería un buen ganador al Nobel. Porque nada hace más bien a la humanidad que el aportar recomendaciones reflexivas en torno a comenzar bien el día. Porque tender la cama hace bien y no hacerlo, impide que fluyan 24 horas en viable cordura.
Somos nuestras camas, somos nuestros premios y somos nuestra lista de ganadores no resuelta en un mundo que sólo busca, a su manera, hacer bien a la humanidad.
Siempre hay alguien que te espera…
Totalmente de acuerdo y con tanta diversidad quedan muchos fuera y no se me hace correcto