
El perro más bello del mundo…
Los recuerdos son tesoros que se guardan en caja dorada. Recuerdos a los que se acuden cuando el presente es frenético, automático, presente que nos habla de prisa y sin pausa.
En días pasados se celebró el día del perro. Confieso que me sorprendió saber que un día al año se celebra a la mascota más fiel que acompaña a los humanos en sus pasos de vida. Para mí, una mascota siempre debería de ser venerada, mimada, atendida, por la simple razón que ella a su vez, hace lo mismo por nosotros.
Cuando Francisco de Goya tuvo su retiro en la Quinta del Sordo cerca de Madrid, comenzó a pintar en los muros frescos oscuros, a destajo, con temática libre. Todos ellos formaron lo que hoy es la Pintura Negra que habita en los pasillos de la Pinacoteca del Museo del Prado.
Para que estos frescos se tradujeran a pinturas se tuvo que hacer un trabajo de extracción de fresco, cuidadoso, detallado, con pulso de plomo y llevados a telas. El restaurador Salvador Martínez Cubells realizó la tarea ordenada por un Barón con intención de venderlas y al ser rechazadas por coleccionistas decidió donarlas al Prado. Y ese rechazo ha sido de los más hermosos de la Historia. Hoy podemos gozar de las pinceladas a destajo de Goya y entre las más queridas y mi favorita por mucho está El Perro Semihundido.
Este fresco – lienzo muestra al animal mirando a la derecha superior, en soledad, buscando la esperanza, buscando la luz. No necesita de amo, ni de humano a su lado para sentirse libre de formar parte de la composición más contundente de la colección negra. Estudios han revelado que, ante cierto maltrato evidente del traslado de obra se perdió la silueta de dos pájaros volando y que serían el elemento que el perro busca en su mirada. No está firmemente constatado, pero de ser así, el Perro Semihundido seguiría siendo favorito. Sería un perro que se deleita con la libertad de otros, de los de alas, de los de cantos en una mañana de abril.
Con todo esto de la celebración recordé a mis mascotas, y cuando he observado al Goya me llega un momento de cierta melancolía por saber que hoy no tengo pero que tuve. Que han formado parte de mí y que en un futuro podré tener, cuando mi tiempo y cuidado sea extenso, porque un animal nos necesita con compromiso, con cuidado, con dedicación que hoy no poseo para ese menester.
Mis mascotas han sido muy variadas, desde los pollitos de colores en la kermesse colegial que para sorpresa de muchos, se hicieron gallos. Los cuidaba tanto y los alimentaba con tanto esmero que los dos de plumas llegaron a su adultez. Cuando el canto de ellos comenzó a las 5 de la mañana a sonar en casa se decidió que necesitaban otro lugar. Así que fueron donados a la sociedad protectora de animales. Y nuestro despertar ya no era de madrugada.
Después llegó una patita, amarilla y muy coqueta. Cuando escuchaba mi voz corría al encuentro y no podía contener la risa de verla al ritmo de Cri Cri con su caminar pandeado como si fuera al mercado. A mi patita la ponía a nadar en la alberca plástica de la Barbie. De un jalón quité a la muñeca que tenía su relación con Ken para que se ocupara en algo más real. Porque mi patita si vivía, y los otros eran tan artificiales que el agua les estorbaba.
Mi patita decidió morir un domingo. Cuando llegábamos de misa de 12 no contestó. Estaba inmóvil en el patio con sus ojos grises opacos. Ese día fue tan negro como la pintura de Goya.
Al crecer tuve a mi Coñac. Un perro salchicha que se quedó por accidente en casa. Rojizo, brilloso, elegante.
Mi Coñac era un personaje, tenía la mirada más tierna que avisaba que seguía la travesura más atroz. En su época de vida no se pudo contar con plantas, jardines, flores. Todo lo destruía. Pero cuando intuía que el regaño venía me miraba con la ternura más honda que ni siquiera podría emitir la voz alzada. Coñac se fue un día. Un día que yo estaba de viaje gozando entre teatros y bares y él, se marchaba. El regreso fue comparativo a aquel domingo. Negro.
Y con tanta pérdida de animales decidí que no aceptaría ni uno más. No quería más domingos que a mi llegada sintiera soledad.
Pero alguien llegó a mi puerta meses después envuelta con moño y jaula de cristal. Una iguana. Y mi mirada ante este ser verde fue contundente. Nos enamoramos a primera vista. Fosforita fue su nombre y me enseñó tantas cosas que hoy puedo diseccionar.
Cuando sentía amenaza, se defendía dando garrotazos con su cola. Cuando se sentía mimada, enrollaba su cuerpo a mi mano en señal de paz. Cuando era perseguida se escondía y cuando no recibía atención se paraba cerca de mí inmóvil. Fosforita fue motivo de atención y atracción. Me gustaba llevarla prendida de mi camiseta a cuanta vuelta tenía planeada. La gente se acercaba, la tocaba y fosforita ponía su postura de actriz de cine. También nadaba a la perfección, así que llegaba conmigo al club a realizar mi deporte favorito a mi lado. Cuando advertía ya estaba un grupo de gente a su alrededor para tocarla y ella altiva mostraba su cabeza delgada y ladeada.
Pero un día que no era domingo llegó. Y fosforita estaba enredada en círculo semienterrada en la arena de su jaula. Un círculo perfecto, un círculo quieto. Al querer moverla me di cuenta que ya era tarde. Ella decidía apartarse a otro mundo junto con la patita y mi Coñac. Y la inmóvil fui yo.
Después de ellos, nadie más. Sólo el perro semihundido de Goya que tengo en un separador de libro que me recuerda que una vez tuve latidos pequeños junto a mí. Y ese es el más bello del mundo.
Los días negros se traducen en frescos, en retiros de grandes. Los días negros pueden ser traspasados a lienzos para que sean admirados por siempre.
Los días negros nos muestran la libertad de un perro mirando al cielo, esa libertad que anhelamos a veces los humanos, esa alegría de solo preocuparse por sentir el sol.
Y tal vez en un futuro escriba sobre otra criatura que nadará, caminará, destrozará plantas y pueda ser digna de ser pintada en un muro de mi casa.
Siempre hay alguien que te espera…
Muy lindo relato, hermosamente redactado…
Me hiciste recordar a todas mis mascotas..
Pollitos, patitos, pescados, tortugas peros y gatos…
Yo también los disfruté mucho…♥️
Los seres más hermosos y puros, cuando se van dejan un gran vacío en el corazón❤️