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Brad Pitt es el único que puede salvar al mundo…

Una manía que suelo tener al observar que el mundo se desmorona con eventos catastróficos es ver cine de ciencia ficción. En mi mente pienso que la película muestra finales que son en su gran mayoría felices y asocio con que en mi mundo podría pasar lo mismo. Me entretiene ver que siempre existe una persona con aliados que busca a toda costa llegar a tener la solución, el antídoto, la nave espacial, el traje de protección, el acuerdo firmado, el descubrimiento de una tierra lejana donde la humanidad vuelve a empezar.

Ante los hechos que observamos hoy, otros más serios y de índole de guerra mis pensares se van definiendo como en caleidoscopio borroso hasta llegar a ver la imagen nítida. Es un ejercicio difícil. Y en mi mundo de protección estos días volví a oprimir el botón que lleva a la reproducción de la Guerra Mundial Z.

Esta vez después de años volví a deleitarme con un hombre que tiene su físico más definido que borroso, uno que actúa de forma excelsa y que con sus manos y pies  en un viaje a través de peligros logra al final salvarnos. Todos tendríamos que estar agradecidos con él, no es fácil arriesgar el pellejo en vuelos, caídas, caminatas en túneles y enfrentamientos con seres humanos contagiados de un virus horripilante.

Pero entre la fantasía y buena figura del protagonista existe un diálogo que salvo a toda costa y que me da tela de reflexión. La teoría del décimo hombre.

En un avión Pitt dialoga con un soldado que más tarde se disparará el mismo por accidente. Dialogan sobre la delgada brecha o fisura por donde la respuesta o acontecimiento más inverosímil puede hacerse presente. Puede marcar la realidad o respuesta correcta.

La teoría del décimo hombre no está constatada ante ninguna organización seria pero nos lleva a la teoría del Abogado del Diablo. En la primera se dice que si nueve hombres piensan en la misma solución, uno décimo debe de pensar lo contrario para poner a prueba a los otros nueve. Muchas de las veces, dice el soldado, esa es la respuesta correcta.

Pitt se debate en llegar a Israel que en esos momentos ha permanecido intacto por el virus. Con sus límites descritos y murallas altas ellos, en la película, son los únicos que están sanos ante una catástrofe expandida. El guapo va a analizar lo que sucede, necesita hacerlo. Necesita estar ahí para poder tener el modo de copy – paste.

Y observa algo. Algo que nadie hubiese determinado antes. Que los zombies no atacan a ciertos individuos, a los enfermos, a los ancianos, a los desvalidos. Bingo. Si toda la humanidad tuviera ese tipo de enfermedades, estaríamos a salvo. O esa es la solución que Pitt ofrece para que nos salvemos en un final donde el ruido de las latas de coca cola pone a prueba a los esquizofrénicos zombies.

Brad Pitt fue el décimo hombre. El pensó en lo contrario a todos los analíticos graduados de escuelas de negocios y ciencias y que llevan trajes de casimir en organizaciones mundiales que sólo sirven para dar fotografías e invitar a artistas a dar mensajes virales.

El décimo hombre. El abogado del diablo.

En 1587 el Papa Sixto V estableció dicho término. El promotor de la fe tenía bajo sus responsabilidades poner en duda lo descrito por otros al otorgar canonizaciones a personas que más tarde harían santos. Así, en todo ese tiempo existía en la cúpula religiosa una persona que cuestionaba, que dudaba, que pedía más explicaciones para que el catálogo no fuera tan extenso. Así era imposible poder dar santo a alguien que sólo había cortado una manzana o bien, tropezado con una piedra que sería el diamante que produciría el dinero para curar a un pueblo entero.

Fue hasta la época de Juan Pablo II donde esta práctica desapareció y es en ese comienzo donde justamente más santos se han proclamado en eventos de incienso y ropajes de sastre a mano. 1500 beatificaciones y 500 canonizaciones tuvieron este período nuevo del Papa que gustaba de viajar.

Antes, sólo 87. Así que la teoría del abogado del diablo es, por mucho, similar a la del décimo hombre. El que duda, el que lleva la contraria, el que observa lo que otros no hacen por estar sumergidos en un mismo ambiente.

El es “que tal si no fuera así”, es el no común denominador, el de la brecha, el agujero, lo inverosímil. Y en muchas ocasiones esta única opinión contraria es la certera.

De 500 a 87 es la muestra de que en una realidad donde algunos no caben, en otra realidad se da el visto bueno. Y estamos tan llenos de Santos y tan falta de santidad nuestra humanidad.

El décimo hombre sugiere que donde no cabe posibilidad, ahí existe. Es el pensar que:

En el silencio, emerge la palabra

En la oscuridad, la luz

En la grieta, el rayo

En la piedra, la rama verde

En el rojo, el blanco

En el ruido, la paz

En la rapidez, un alto

En la cordura, la locura

En lo estable, lo abrupto

En lo rítmico, lo asincrónico

En la belleza, la cicatriz

En el deseo, lo monótono

En lo feroz, la ternura

En lo insólito, lo predecible

En lo abominable, lo terso

En la verdad, la omisión

En el rechazo, el apego

En lo bueno, el tropiezo

En lo cómico, el dolor

En el enojo, la herida

En lo liviano, la pesadez

En la magia, la decepción

En lo nítido, la sombra

En la sorpresa, el hartazgo

El lado contrario. Lo que no vemos. La cuna que no se mueve tiernamente, el hombre que solo incumple sus frases repetitivas de infancia de amor. Y pensando es este estilo, Brad Pitt nos salvó de una catástrofe donde todos seríamos convertidos en seres humanos que pierden consciencia y se contorsionan ante el ruido.

Y el ruido, el grito, lo desordenado atrae y  facilita la guerra. Y el dogma que hace años nos dijeron que está escrito en piedra sigue siendo confuso y con la peor forma de dar una solución.

Porque hoy necesitamos de alguien que no tiene que ser guapo pero que sí tenga el coraje y el poder para poder pensar diferente y darle a los conflictos, la solución.

Y mientras tanto el dinero es el rey y el poder, su corona.

Y la  destrucción es símil de ínfulas que guarda el sombrero papal que hace poco tiempo decidió que ante sus ojos muchos eran santos.

Humanidad, hoy tienes más santos. Hoy tienes más guerras.

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